Las enseñanzas del Cosquin Rock

Se realizó la sexta edición de la “reunión nacional del rock” como dice el slogan y más allá de unos pocos claroscuros -muy buena iluminación y sonido, con la presencia de grandes como Skay- y algunas críticas por ausencia de bandas, aunque en el marco de un pueblo desprovisto de todo, igual fue un éxito y su consolidación ya trasciende las fronteras del país. Casi un infierno de calor (por comenzar muy temprano) que después de todo resultó encantador como dice Germán Arrascaeta. Aunque algún día fue más convocante que otro, todos tuvieron su atractivo. Si uno de los organizadores, Jose Palazzo le ponía un 8, nuestra evaluación se acerca bastante: entre un 6 y un 7.
El gran festival pasó y dejó algunos apuntes para tener en cuenta. El pueblo de San Roque se sacó la lotería sin merecerlo y sin estar preparado, no solo en infraestructuras, carente de todo, desde lo más básico y sencillo, sino también por prácticas abusivas por parte de los precarios comerciantes y lugareños (carencias básicas de servicios y sobreprecios escandalosos) para más de los 100 mil asistentes que se supone han generado un movimiento económico superior a los 5 millones de pesos, con un cálculo prudente. Lamentablemente José Palazzo se transformó en propietario y contribuyente del predio donde ahora se realiza el festival y eso será difícil o imposible de cambiar, lo que le augura a ésta comuna un próspero futuro asegurado. La falta de visión de los gobiernos locales del Valle de Sierras Chicas seguramente no los impulsó a pujar a toda costa por conseguir traer el festival cuando Palazzo y Cía buscaban lugar tras la salida de Cosquín. Ahora ya parece tarde para esto pero no tal vez para otros.
Contó el organizador que cuando los restantes intendentes de Punilla habían cerrado filas en torno a la postura de Cosquín, San Roque se mostró disponible. Pero la inmensa suerte de su presidente comunal, visiblemente incapaz, no hubo intoxicaciones ni epidemias, porque el desgobierno y la anarquía reinante hubieran permitido que cualquiera de los alimentos comercializados fuera del predio del festival, sin ningún control bromatológico, o por los servicios sanitarios inexistentes en algunos campings o escasos y sin mantenimiento ni limpieza en otros, podrían haber conspirado. Todo San Roque por segundo año consecutivo y continuado se muestra como un campo de gran improvisación y tierra dispuesta para que cualquiera y bajo cualquier condición improvise un puesto de algo, un camping, lo que sea, que los jóvenes pagan y se conforman con muy poco.
Al Valle de las Sierras Chicas les falta su evento de envergadura, algo convocante que lo ponga en el mapa, y no solo a Rio Ceballos. Los encuentros o festivaluchos de cuarta así cuesten barato, no son más que para tirar la plata, más vale ahorrar esos recursos que mal gastarlos como con el FestiOro o cosas por el estilo. Desde Tierra Libre Digital siempre tuvimos una posición fundamentada sobre el perfil que debía adoptar la región y el tipo de tarea super-profesionalizada que debía encararse en promoción y marketing turístico, prensa y eventos, pero los que no saben y no dejan siguen “gobernando” aquí y allá y en todas partes.